lunes, 5 de marzo de 2007

Pan con Perro.


Hot dog!



El carrito esta abierto casi todos los días del año hasta altas horas de la madrugada. Una gran cantidad de autos se amontonan alrededor, donde hambrientos santiaguinos pasan el bajón con los ass, completos y churrascos. El sitio se encuentra bastante alejado del epicentro bohemio de la capital, pero parece ser la picá gastronómica de mucha gente, sin distinción de clase. Si hasta se ha visto a María José Prieto devorarse un ass chorreando en mostaza y muchos periodistas burgueses sin mundo, destacan el lugar como el mejor descubrimiento para saciar el apetito después de la juerga.

Un grupo de neo-punks y amantes de los animales se bajaron en el carrito un día de Enero y no para masticar un sándwich. En la hora pick del bajón, salieron de una camioneta con pancartas que señalaban que los grasosos manjares, estaban elaborados con la carne del mejor amigo del hombre (o del hambre en este caso).

El dueño del local corrió a palos a los escasos manifestantes y los parroquianos ni se inmutaron. La funa al carrito fue tomada como un acto absurdo y la picá de los ass siguió siendo la favorita de muchos adictos al colesterol.

Desde Diciembre del 2006 la Sociedad Protectora de Animales reconoció que ya no tenían problemas para dar en adopción a los perritos huérfanos. El director de la Sociedad declaró a un par de chicas de una agrupación pro animal que un caballero se había llevado a varios perros de todas las edades a una parcela en Lampa.


Paola es parte de una agrupación que defiende a los animales, integrada por esa gente que prefiere a los animales en vez de las personas. Vive en Lampa y su mamá administra el casino de una escuelita. Uno de sus vecinos más antiguos apareció en la escuela un día y le ofreció una serie de embutidos caseros, producidos en su hogar. La mamá de la Paola le compró 100 hamburguesas por 30 pesos cada una, pero al día siguiente del menú que incluía las hamburguesas caseras, el 80% de los estudiantes se enfermó de la guata.


La Paola acompañó a su madre a avisarle a su vecino, que las hamburguesas habían salido malas. Las recibió su mujer, quien confesó ser la que preparaba los embutidos caseros y prometió estar más atenta con los productos. En el extenso patio de la casa había un olor putrefacto y estaba lleno de moscas, la mamá de Paola extrañó no ver ninguna vaca en el ranchito.

Paola fue la primera en asociar la adopción de los perros con las hamburguesas de su vecino.

Lo primero que hicieron los vegetarianos fue llamar a al SESMA para denunciar la venta de las hamburguesas. Fue la misma Paola y su hermano quienes se quedaron espiando la casa donde se producían la dudosa carne, para descubrir que el viejo salía en la noche con una escopeta a perdigones para dispararle a perros sueltos que deambulaban por la plaza y luego los subía heridos a su camioneta.

Hicieron un comunicado público, lo pusieron en su página web, su fotolog y el blog, y enviaron la carta a varios medios de comunicación. Cuando un periodista de La Cuarta llegó a la casa, el lugar estaba en manos del hijo menor de la pareja y no quedaron rastros de los fabricantes. El amable jóven negó las acusaciones de los vegetarianos y señaló que sus padres se habían trasladado a la comuna de Macul. El Periodista bromeó con que en China es común comer carne de Perro.

Dando, el enorme kiltro de Consuelo desapareció una noche en su propio barrio. Ella pensó que lo habían atropellado, pero se dio cuenta de que dos vecinos también habían perdido sus respectivas mascotas. En un pequeño rancho que además funciona como estacionamiento se instaló un extraño matrimonio, la estancia colinda con un barrio residencial y los vecinos están indignados por el mal olor y los constantes ladridos de cannes durante las noches.

El viejo sale a vender sus productos en su camioneta. Su lista de clientes sólo la conforman vendedores de comida chatarra en carritos ubicados de Puente Alto a Ñuñoa. Sus vienesas están a 100 pesos las 6 y además de las hamburguesas, fabrica lomitos.

La Consuelo siempre encontró a su amiga Paola un poco exagerada con lo su vegetarianismo, pero ahora ella misma reconoce que jamás volverá a probar un ass, un completo o un churrasco.

Los carros que ofrecen pan con perro dentro de su oferta, son identificables gracias a un esténcil con un perrito que dice ” No me comas”, rayado por la brigada pro-animal.

A nadie del carro parece sorprenderle la historia. “Toda la vida hemos comido perros y gatos, siempre se ha sabido que la comida China se hace con esa carne” me dice un gordo que traga su bocadillo. “Es un mito urbano” me dice el maestro sanguchero que espera una buena propina. “Está rica la carne” comenta uno de los fieles clientes.