miércoles, 1 de abril de 2009

Por siempre Jóvenes, por siempre sónicos. Sonic Youth en Chile












(fotos Romyna Cerda)


Es casi la medianoche del 29 de marzo de 2009 en el Arena Santiago y la tormenta sonora de Sonic Youth sobre el escenario ha cesado con Expressway to Yr. skull. Se despiden definitivamente y mi polera está empapada, pegada al cuerpo en un domingo de antología, en que pude estar con ellos en el Persa Bio Bio (sí, cachureando en el persa) y disfrutar de su primer concierto en Santiago a metros, gracias a Kim que nos puso a mi novia y a mí en la lista. Aún no lo creo, se acaba de terminar el mejor concierto de mi vida, y con mis amigos nos abrazamos con sonrisas estupefactas, porque no hay palabras.


Mata a tus Idolos, (si es que puedes).

Desde el momento que una banda te vuela la cabeza, estás jodido, te convertiste en un fan, te guste o no. Una especie de trastorno, en que la música de una banda se convierte en una adictiva droga que se hace parte de ti y que te hace sentir mucho mejor.

Sonic Youth es una influencia musical que le ha puesto sonido a grandes momentos de lo que va de mi vida desde mediados de los 90, y que gatilló especialmente en mí a la hora de plantearme para hacer música y cualquier tipo de expresión artistica. Esta banda se ganó mi completa admiración con cada pieza de su extensa discografía, porque es el referente obligado para cualquier músico independiente (bien lo saben mis compañeros de c.o.n.e.j.o) que quiera hacer lo suyo sin encasillarse como un producto más del mercado, de hacer tu “volá” propia sin andar rindiéndole cuentas a nadie y que más encima eso te haga popular. Los Sonic Youth hicieron escuela, son una especie en extinción, por lo mismo siempre soñé con poder verlos en vivo, lo más probable en otro país y jamás pensé que podría llegar el momento de conocerlos y cruzar palabras con ellos.



2 grados de separación.

Por eso me parecía del otro mundo, que Felipe, un colega de mi polola Romyna hubiese sido compañero y partner de Kim Gordon en su juventud en Canadá, cuando ambos estudiaban arte. Ni la Romy le creía hasta que le mostró unas fotos con una jovencísima y hippie Kimberly en los albores de los años 70, cuando ambos integraban una banda que aún no conocería de “noise”, ni de la escena underground de Nueva York, hasta principios de los ochenta, ya que la rubia ni siquiera sabia tocar algún instrumento musical. .

Y bueno toda esta historia empezó a relacionarse con la avalancha de rumores sobre una posible visita de la banda a nuestro país, secreto a voces que decía que coincidirían con la visita de Radiohead, hasta que finalmente el desordenado mega evento Pepsi Fest los confirmó en un 99,9% dentro de su cartel.

La noticia de la primera visita de Sonic a nuestro país conmocionó el panorama musical chileno, en una semana llena de conciertos ( 2 de Radiohead, Cornell, Mike Patton, Blondie, Peter Gabriel). Apenas supimos, con la Romy compramos entradas a cancha general, con el dolor de nuestras almas, ya que, básicamente la plata no nos alcanzaba para costear la cancha VIP de 56 lucas c/u y porque realmente no nos hacía sentido con la lógica de la banda, pagar un precio tan caro por el derecho esencial de cualquier fan de estar saltando ahí adelante. Pensábamos en pasarnos o ilusamente botar la reja como se proponía en algunos blogs.

Los días previos al show, el amigo de la Romy, comenzó a contactarse con la Kim luego de 35 años sin verse, con una buena respuesta de parte de ella y quedaron de acuerdo en juntarse en la estadía del grupo en Santiago, por lo que comenzaba a dibujarse un nexo con la banda y nosotros. Así que mi novia se encargó de hincharle las pelotas a este loco para que nos presentara a los músicos, ya que al parecer se hospedarían algunos días en su casa.







Pisónico! (Lee is Free)


A dos días de la visita de Sonic se confirmó la presencia de Lee Ranaldo musicalizando un documental en Valpo y Pisónico un evento en Matucana 100 que tendría al batero Steave Shelley con uno de sus proyectos más experimentales junto a Jeremy Lemos (alias “el oficinista”) y Matt Zivich. Se corrió la voz y con mis amigos ya teníamos las entradas (3 lucas) en mano para el evento programado para las 13:00 hrs. A la una estábamos ahí y mi amiga Diane había visto a Steave y Lee deambulando con naturalidad por Matucana, así que cualquier cosa podía pasar.

El teatro estaba lleno y partió el evento con las bellas canciones de Tall Sirs (Aaron Mullan), Lee Ranaldo miraba desde el costado del escenario lo que tenía muy inquieto al público con la incertidumbre de si tocaría o no. Muchos llevaban discos y vinilos de SY y una guitarra colgada de una soga en la parrilla de iluminación hacía presagiar que algo importante iba a pasar ahí.
Tall Sirs se despidió y Lee se subió al escenario con su puño en alto, lo que desató la ovación general del público.

El canoso guitarrista sacó un arco de violín y comenzó a deslizarlo sobre la guitarra colgada, balanceándola después de cada pasada por las cuerdas. Los que estábamos ahí no la podíamos creer, ya que la guitarra comenzó a rechinar los sonidos nunca antes pensados para el instrumento de 6 cuerdas. Entonces Ranaldo generó capas de atmósferas ruidosas, “in crescendo”, golpeando el cuerpo de la guitarra con los puños y con unas baquetas, mientras la balanceaba como un péndulo, moviendo peligrosamente la parrilla de iluminación a la que estaba amarrado el instrumento. En eso estaba, cuando sacó otra guitarra que empezó a acoplar y tocar de diversas maneras, haciéndolas aullar en dirección al publico, lo que desató la efervescencia de quienes se abalanzaron sobre él para pegarle a la guitarra y no faltó el fans loco que le tironeó la guitarra de las cuerdas.

En resumen, Lee toco la guitarra, sin ejecutarla jamás de la forma tradicional con la que se concibe la idea de tocar guitarra. Un lujo sonoro que dejó a todos boquiabiertos (y nerviosos que se le cayera la parrilla de luces encima), una instalación de arte sonoro, más que un concierto.

Luego al escenario se subieron el terneado Lemos y Zivich a cargo de efectos y circuitos, Ranaldo y Tall Sirs en las guitarras y Steave Shelley en la batería, para hacer una frenética jam sessions que derrochó talento y experimentación, creando paisajes ruidistas que dejaron a todos los asistentes hipnotizados.

Luego del set, Ranaldo y Shelley se dedicaron a autografiar cuanta cuestión le pusieron por delante (discos, entradas, poleras, uñetas) y sacarse fotos con casi todos los asistentes a la sesión, mostrando que en realidad lo de estrellas a ellos no les va para nada. La Diane le entregó un disco de nuestra banda a Ranaldo, el Arturo uno a Shelley. A mí me firman mi disco Dirty y conversé unas palabras con Shelley, de lo bacán que toca la batería y le cuento que también yo toco y se muestra interesado con el e.p de c.o.n.e.j.o en sus manos.

Finalmente nos sacamos fotos con Lee Ranaldo y terminamos con la sensación de que los Sonic vinieron a sacudir esta ciudad con su ruido, luego de años que no pasara nada en estos términos.


Persa Sónico.

A las 10 de la mañana del domingo, el celular de la Romy nos despertó. Era su compañero para decirle que iría con Thurston y Kim al Persa Bio Bío, que si queríamos conocerlos que fuéramos. Nos levantamos de un salto de la cama para ir al Bio, con los discos y la cámara de fotos. Llegando allá, Felipe le indicó por teléfono a la Romy que estaban en un galpón de muebles. El persa está lleno de galpones de mueble, así que chequeábamos uno por uno, tratando de encontrarlos. Luego nos dio nuevas coordenadas, por lo que deduje que estaban en el galpón de los cachureos, asi que corrimos entre la gente en dirección a encontrarnos con los músicos vivos más influyentes del último tiempo.

Hasta que en un pasillo donde vendían herramientas, divisamos a un flaco colorín muy alto y una Rubia a su lado. Eran Thurston Moore y Kim Gordon junto a Felipe vitrineando entre los curiosos objetos del popular mercado. La Romy se quedó pasmada, y yo atine a saludarlos, vieron mi polera de SY y sonrieron, así que nos dimos un fuerte abrazo.

Thurston me dijo que andaban de compras, me mostró una bolsa donde tenía algunos vinilos interesantes que había encontrado en los puestos de música y quería seguir mirando, así que avanzamos por las galerías del persa, pegados a ellos. Me preguntó si iría al show de la noche y le dije que obvio, que había esperado años ese momento, por lo que asintió en la cabeza y dijó que habían demorado bastante en venir a Chile. A Kim le conté que ahí se vendían discos de Sonic Youth, que era el principal tráfico de música alternativa en Santiago, antes que emergieran las tiendas especializadas.

Dando vueltas por el persa nos pusimos a husmear entre discos y libros junto a ellos, a Thurston parecía interesarle todo lo que eran los Beatles, de bandas latinoamericanas no cachaba ni una y parecía interesarse en todos los libros que yo hojeaba, aunque no dominaba ni un poco de español. Cuando este se alejaba, Kim lo buscaba entre la gente y si se perdía, le daba un solo grito y su esposo volvía, obediente a su lado. Tanto flaite dando vuelta por el persa tenía alerta a la Kim, ojo al charqui, en el camino se nos unió Lee Ranaldo, que andaba fascinado comprando comics y libros. Apenas me vió Lee se acercó a mí sorprendido por mi polera, me preguntó donde la había conseguido y le hable un poco de la Feria del Forestal donde la había comprado. Encontraba muy cool haber encontrado a un flaco con polera de Sonic, así que me metía cháchara y yo le decía que estuvo muy bacán la sesión en Matucana 100 el sábado, que era un maestro.

Mientras conversábamos e intruseábamos entre radios antiguas y guitarras de palo (Lee quería comprar algunas para romperlas en el escenario), pasaban algunos cabros que se quedaban estupefactos mirándolos, tratando de cachar si eran o no eran los Sonic. Uno atinó a llamar a un amigo por celular y se lo pasó a Lee Ranaldo para que lo saludara y este se puso a hablar con el amigo por teléfono. Después empezaron a llegar más cabros que se pusieron a hablar con el Thurston, hasta que le dieron ganas de mear y se metió en un baño de poca higiene a hacer sus necesidades.

Luego llegó el momento de la despedida. Lee se fue con el sonidista y una chilena que trabajaba en Matucana a un auto, y Thurston y Kim se fueron con Felipe a su camioneta. Nos despedimos afuera del galpón del Persa, me firmaron mi disco Dirty y les pedimos fotos, así que posaron felices a nuestros lados y le deseamos suerte para el concierto. Kim nos dijo que nos veíamos en la noche, ya que Felipe les había comentado que teníamos tickets en una ubicación lejana al escenario, así que dijo que hablaría con la producción para ponernos en la lista de invitados, en una mejor ubicación. Nos abrazamos y Thurston me enseñó un saludo con la mano, como se despiden los bacanes, haciendo crujir mis dedos.

El mejor Concierto de la Historia.

Estuvimos todo el día tratando de entrar antes al show, pero nos tramitaban porque aún no estaba la lista de invitados. Nos quedamos con nuestros amigos haciendo la fila, le dimos nuestras entradas a mi hermana Paula y Faby (15 años, su primer concierto y seguidora de Sonic), esperando una respuesta en otra entrada, hasta que finalmente nos avisaron en una puerta, que en la boletería al fin estaba la lista de invitados.

A eso de las 8 pudimos retirar nuestras entradas a Cancha Vip e instalarnos en las primeras filas al lado del escenario gracias a Kim, por lo que la emoción nos embargaba.

Luego de la tortura de los Teleoneros, a las 9:20 Thruston Moore, Kim Gordon , Lee Ranaldo , Steve Shelley y el ex bajista de los míticos Pavement Mark Ibold salieron al escenario para descargar Teen Age Riot, con un cruz formada entre las guitarras de Ranaldo y Moore desatando la locura total. Después vino la exquisita Bull In The Heather del Experimental con Kim luciendo un corto y ceñido vestido negro que le hacían ver como una veinteañera, seguida de la excelente Incinerate del Ratther Ripped, un concierto que partió como un mazazo en la cabeza y que auguraba ser inolvidable.

Lo que se vió esa noche en el escenario fue dinamita pura, explosiones sónicas y una manera de hacer música que nunca se había visto por estos lares. Atrás quedaban los cincuenta y tantos por los que andan los miembros de la banda, un arrojo, una gran complicidad entre los músicos y energía derrochada a borbotones. Luces sobrias y un gran acompañamiento visual de imágenes bizarras de la cultura pop norteamericana coronaban una experiencia sonora única.

El set list tuvo joyas de toda su carrera, de los discos más antiguos que sacudieron a los fans de la vip, la mayoría seguidores de la vieja escuela. Lee Ranaldo disparó Hey Joni, luego vino The Sprawl, Cross The Breeze (donde la Romyna casi se me desmaya por la falta de aire) y la interpretación de Schizophrenia del Sister provocó una real catarsis, donde nadie quería más guerra y donde se veía la genialidad de Steve Shelley en la batería redoblando los toms como un demonio irradiando felicidad.

Como están en pleno proceso de grabación de una nueva placa, se dieron el lujo de mostrar 2 temas inéditos de lo que será The Eternal, la primera fue Calming the snake que estaba bastante buena, luego se mandaron 100% del Dirty con los guitarras sacudiendo las cuerdas con baquetas. Luego Thurston sacó una pequeña radio en la que sintonizó “Éxtasis” de Charly García dando paso a Jams Run Free donde Kim Gordon sedujo a todo el recinto con su baile y la dulzura de ese tema: “Amo la forma en que te mueves… espero que no sea tarde, para mí…”.

Luego se despacharon Mote y Kool Thing del Goo, uno de sus discos más conocidos por estos lados, con lo que los fans ya no querían más guerra. Thruston tirándose al público para rechinar la guitarra, como si el tiempo se hubiera congelado y ellos jamás envejecieran desde de los noventa. Finalmente se despidieron por primera vez con Pink Steam, la ultima del Rather Ripped con una emocionante interpretación de Thurston Moore y con fuegos artificiales explotando en la pantalla gigante, lo que fue para mí uno de los momentos más emotivos de la noche.

Luego vino el bis con The Burning spear, Sacred Trickster de The Eternal con Moore al bajo y la impactante Silver Rocket, para volver a despedirse finalmente con Shaking Hell y Expressway to Yr Skull para decir que ellos son más que una banda de rock y volarle los sesos a toda la audiencia.

Canciones faltaron muchas, emblemáticas como Sunday, Sugar Kane o Diamond Sea, nada del Washing Machine, ni del Murray Street ni el Sonic Nurse. Sin embargo el publico terminó absorto, todos impactados en silencio. Había un tipo en pelota paseándose por la cancha vip y la mayoría se quedo ahí parado tratando de digerir el show que acabábamos de ver.

Fue histórico decían muchos, muy corto pero demasiado intenso. Busqué a la Romy entre el publico y la besé. Ahora diremos que podemos morir tranquilos, hemos visto a Sonic Youth en vivo.





Datos para la trivia.


Felipe le contó a la Romy que al despedirse, Thurston y Kim se acordaban de mí, por mi polera que estaba mal escrita. El estampado es un afiche de una tocata en un local que dice “Dunceteria” y que en realidad debería decir “Danceteria”, por lo que les resultó anecdótico encontrarse con un cabro en Chile con una polera de su banda y más encima mal escrita.

Steave Shelley se llevó en su equipaje un buen lote de discos de músicos chilenos para escuchar. Según Felipe, entre los primeros se podía ver el disco de c.o.n.e.j.o